La institución del Defensor del Pueblo se presta como un colaborador para forjar y fortalecer las instituciones democráticas en la promoción y salvaguarda de los derechos de las personas y las comunidades.
Constituye un signo de identidad democrática en la medida que es una defensa de la paz social y un medio de fortalecimiento de la justicia y la equidad en toda sociedad.
Es una institución del Estado con plena independencia del Gobierno, asumiendo el papel de mediador entre las necesidades del pueblo y las autoridades que rigen sus destinos.
Además de público, la Defensoría también es un instrumento político precisamente porque está inmerso en un sistema de relaciones.
El Defensor del Pueblo es la instancia que articula las demandas y exigencias del ciudadano de con las instituciones del Estado ante la disfuncionalidad administrativa, la desidia, el desprecio, la corrupción, la impunidad, las decisiones de poca calidad o aquellas impuestas porque las partes no interactúan o lo hacen de una manera cerrada y rígida, causas todas que socavan los postulados de la armonía social dirigiendo a las sociedades o a los grupos vulnerables hacia el miedo, la angustia y la inseguridad.
Para afrontar los desafíos tenemos que saber más de nosotros mismos, el Defensor del Pueblo es un instrumento de diálogo, de honda comunicación y profunda solidaridad entre las diferencias para saber privilegiar todo lo que nos hace iguales, de modo que el proyecto común de una buena sociedad con un Estado incluyente sea cierto.
No hay un solo modelo de Defensor del Pueblo, es la misma sociedad en la cual actúa quien va modelando su perfil, la Defensoría del Pueblo de Bariloche no llega funcionando desde un lugar ideal, recién empieza y como toda buena gestión de servicio público se construye según las condiciones, características y necesidades de toda la comunidad.
En esta primera etapa, mientras organicemos la dinámica de funcionamiento de la Defensoría según los tiempos y procesos de la administración municipal, estaremos construyendo los cimientos de una forma de trabajo, de una organización de flujo de la información, sobre los criterios y la clasificación de las problemáticas y denuncias.
La Defensoría del Pueblo de Bariloche conceptualmente, estará atenta a la “escucha”. Una escucha activa orientada a la acción, para lograr resolver con éxito los problemas que afectan la calidad de vida de nuestro pueblo. Los cambios se irán concretando a través de procesos de negociación en ámbitos colectivos, de diálogo, de intercambio.
Como institución del Estado y cumpliendo las funciones públicas que están expresamente señaladas, el Defensor del Pueblo será un instrumento para encauzar la participación ciudadana, un medio de sensibilización del poder público acerca de las reales demandas de la sociedad.
En Bariloche de estos días el Defensor del Pueblo debe ser una forma de recomponer y recrear la confianza de la ciudadanía, un medio de legitimación cotidiana de las instituciones estatales.
El Defensor hará recomendaciones claras que mejoren la relación estado ciudadano hasta que el Ciudadano se sienta Estado.
La Defensoría tendrá mesura en la articulación de la persuasión, en las propuestas de modificación de conductas que formule en sus recomendaciones, en el desarrollo de estrategias de protección preventiva, en la mediación que asuma para encontrar soluciones y en su capacidad de denuncia pública en casos extremos.
La defensa continua de los derechos del ciudadano contribuyen a generar un clima de paz y armonía social, cada respuesta que reciba el ciudadano será un abrazo, un mensaje: que no está solo, olvidado o ignorado.
Como Defensor del Pueblo debo sostener la ternura de la convivencia y el optimismo ofreciendo una mirada positiva a la sociedad. Servir a las causas de pueblo, a la alegría general.
Estoy cordialmente al servicio del Pueblo de Bariloche.
Vicente Mazzaglia.